En primer lugar, que me ayuden a percibir que características
son inherentes a mí, para que sea consciente de ellas y pueda ser más objetiva
a la hora de transmitir los conocimientos con imparcialidad. Por ejemplo:
analizar cuáles son mis creencias, mi punto de partida, mi experiencia como
aprendiente de lenguas, mi bajaje cultural con respecto a esa lengua y a la mia
propia.
En segundo lugar, ver
como se realiza un diagnóstico de grupo para saber a que tipo de alumnado tengo
en clase. Saber cuales son sus expectativas, sus conocimientos previos, sus
intereses, sus aficiones, tipo de curso, tiempo del que disponen para realizar
el curso o las posibles actividades complementarias... Todo esto ayudará al
profesor a conformar las clases y a adaptar el contenido del curso.
En tercer lugar, cuales
son los métodos más eficaces para transmitir estos conocimientos, cual es el
enfoque más acertado, que tipo de tareas van a desarrollar los alumnos, con que
tipo de estrategias van a contar para realizar estas tareas, que se ha venido
haciendo recientemente...
En cuarto lugar, como
debo estructurar una clase: cuanto tiempo dedico a cada una de las destrezas,
que tipo de actividades son buenas o malas para desarrollar según que punto
gramatical, en base a qué criterios debo seleccionar las actividades para mis
clases...
En quinto lugar, como debo
evaluar al alumno, que conocimientos son más importantes, como puedo
estimularlo para que siga practicando en casa una vez hemos salido del aula.
Finalmente, como puedo
capacitar al alumno para que una vez terminado el curso o la formación tenga la
capacidad de seguir formándose por su cuenta y sepa que tipo de actividades son
adecuadas en cada momento, donde puede conseguirlas, en base a que criterios
debe autocorregirse, donde puede encontrar información fiable si tiene dudas
con respecto a algún tema en concreto.
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